No son tus palabras las que espero
escuchar,
dudo recordar aún aquél hilo de voz
que un día me hizo vibrar.
Tampoco espero que tus brazos
estén esperándome abiertos
en señal de abrazo,
en estos sería imposible
que ahora me sintiera protegida.
No deseo que me llenes de besos
y con ellos me devuelvas a la vida,
quizás es demasiado tarde para eso,
quizás la vida pasaba mientras esos besos
no llegaban y por ello ya no puedes
devolvérmela.
Soñé que llegabas mientras dormía,
Soñé que llegabas mientras dormía,
mis ojos lentamente se abrían
y
al verte no sabía como reaccionar…
Abrirse de golpe y con la mirada
hablarte
seguramente hubiese sido opción del corazón,
pero la razón se adelantó
movida por el dolor
y así mis ojos decidieron cerrarse de
nuevo
ignorando tu presencia,
embriagándose de tu ausencia,
esa a la que tan acostumbrada me has tenido.
Logré subir la última montaña
Logré subir la última montaña
de los recuerdos acompañada de soledad.
El frío del camino no ayudó a apresurar
mis pasos,
pero poco a poco también se avanza en el
camino,
eso me enseñaste alguna vez;
cuando para ti aún era alguien,
cuando a mi existencia le dedicabas algo
más de un “hola”,
“adiós”, “luego quizás nos podamos ver”.
Cuando llegué a la cima,
Cuando llegué a la cima,
alcé la voz y grité tu nombre,
de nuevo eco sordo tan solo escuché,
es por ello que cansada de esperarte
decido que puedes volar libre,
pues no seré yo quien te encadene para
tenerte a mi merced.
La decepción y el abandono no son
desconocidos para mí
y después de tanto tiempo
imagino que tan solo quedará algo más de tiempo
para sufrir
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