El declive aumentaba y ella no soportaba ver cómo, parada en mitad de aquel murmullo de tiempo, no podía hacer nada. Era tal la angustia que reprimía en su interior, tantas las ganas de gritar, tantas y tantas ganas ahogadas. Y poco a poco llegaba la hora, el destino lo había decidido así, y a ella poco a poco se le partía más el corazón... la cabeza se le llenaba de porqués sin respuesta. Ella sentía una impotencia sobrehumana al ver pasar aquello delante de sus ojos y no poder hacer nada, absolutamente nada, solo quedaba la resignación y que el paso del tiempo curara las heridas. Y de repente... el reloj se para, y un "crack" inunda la habitación, ya no queda sitio para las lágrimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario