sábado, 3 de septiembre de 2011

Desesperación porque no estas conmigo...


Impotencia, al despertarme esta mañana y ver que otra vez no estás.
Desesperación, al ver que nada de lo que yo haga o diga te hace volver.
Agonía, al no poder parar de llorar cada vez que la imagen de tu cara, rostro o manos roza mi mente.
¿Cómo algo tan grande ha podido pasar de ser la razón de mi existencia, mi alegría y mi voluntad, a ser la razón por la cual no puedo ni levantarme de la cama?
Nada tiene sentido si no estás conmigo. Nada tiene colores rojos, verdes o azules... Sólo encuentro negros y grises... Negros y grises que han traspasado la frontera de mis pesadillas para apoderarse de la realidad. Cruda realidad en la que tú no estás, en la que no me quieres, en la que crees que nuestro destino juntos ha llegado hasta aquí. Una historia a la que debemos poner el punto y final, sin opción a un punto y seguido. Sin opción a que estos últimos meses se conviertan en nada más que recuerdos.
De todas formas es inevitable que mire el móvil mañana tras mañana para ver si hay alguna noticia tuya, algo que me haga levantar de la cama de un salto.
Nada... Sigue sin darse cuenta de que sin mí no es feliz, de que le faltan mis risas y llantos, mis canciones y películas, mis caricias y besos...
Era imposible saber que en cuestión de dos días aparecería en mi puerta pidiéndome que bajara al portal, para darme el beso más tierno y cálido que jamás estos labios han probado. 
Mientras tanto yo seguí llorando y desesperándome, por el amor más grande que jamás he sentido.

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