Y entonces vi como en ese mismo instante tus labios dijeron un te quiero, quizás no muy sincero, pero lo dijiste, no sé si inconscientemente o porque la situación lo requería.
Todo comenzó aquel día después de salir del cole. Estabas sentado en un banco, y yo me senté a tu lado, algo me dijo que lo hiciera. Tú me miraste y yo también, y me dedicaste una sonrisa. Durante unos minutos hubo un silencio un poco incómodo, y justo cuando te iba a decir algo, te fuiste, me dijiste adiós. Pensé que no volvería a verte, pero estaba equivocada, a los dos días estabas sentado otra vez en el banco, y yo me acerque, y sin decir hola, me dijiste tu nombre, y que si quería ir a merendar contigo.
Desde ese momento, no sé porque, sabia de que tú y yo, empezaríamos una pequeña historia de amor…
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