Hay voces que rodean nuestra vida, algunas,
las más fuertes, se quejan, porque no entiende para que tanto sacrificio, tanto
dolor en las caídas, tanto dolor en nuestro cuerpo por las lesiones, tanto
dolor por la derrota, por no llegar, por el fracaso, tanto dolor por quedarte a
un paso, tanto dolor por los duros días de frío, de agobio. Tanto dolor por el
regreso, en ser ignorado o no valorado, tanto dolor en regresar paso a paso y
volver a empezar del mismo modo.
Todo esto por querer ser el mejor.
No se trata de ganar, se trata de
establecer una realicen contigo mismo. Se trata del proceso que eres capaz de
experimentar y superar. No se trata de la victoria en un podio, se trata de la victoria
de cada día, de superar el dolor al no rendirte en al dificultad, de la victoria
que haces cada segundo que retomas fuerzas y decides continuar. Tanto dolor,
solo para ser más fuertes, mejor persona, mejor ser humano.
No se trata de un intento en ser mejor que
los demás, sino de ser poderoso en medio de la adversidad.
Entonces estarás listo para dejar tu huella
en el mundo por muy pequeña que sea, pero será tu huella convirtiendo este
mundo en algo mejor.
No se trata de ganar sino de lo que ganamos
al interior.
Es decidir en no ser de lo que aplauden en
las gradas las hazañas de otros, sino en escribir las propias con la fuerza de
tu cuerpo y de tu mente, en perder las
uñas si es preciso alcanzando la cima pero siendo tu el protagonista del
ascenso, en rociar con hielo tus articulaciones cuando duelan pero ser tu mismo
quien mire tus magulladuras pero orgulloso dirás:
He sido un rival digno.
De eso se trata, de asumir el reto de la
vida, porque nada golpea más fuerte que ella, nada te hace caer más veces que
ella, nada pone más a prueba tu integridad y tu fuerza que estar vivo.
No se trata de ganar si no se trata de
estar listo para vivir una vida dura.
Ese es el verdadero poder de nuestra lucha.